LOS TRIBUNALES EN LA IGLESIA
En el transcurso de los siglos, la Iglesia, en materia matrimonial, y luego de adquirir una conciencia más clara de las palabras de Cristo, ha interpretado y ha expuesto de manera más exhaustiva la doctrina de la indisolubilidad del sagrado vínculo del matrimonio, ha elaborado el sistema de las nulidades y ha regulado de manera más adecuada el consiguiente proceso judicial, de modo que la disciplina eclesiástica fuera cada vez más coherente con la verdad profesada.
Todo esto siempre se ha hecho teniendo como guía la ley suprema de la salvación de las almas (Canon 1752).
La tarea judicial de los Tribunales en la Iglesia se sitúa como una contribución imprescindible, en el marco de la pastoral matrimonial y familiar.
Cuando un matrimonio atraviesa dificultades, los pastores tienen el deber de acoger con caridad y misericordia a los cónyuges y familia heridos para buscar, en primer lugar, una posible reconciliación, acudiendo a asesoría de la pastoral familiar, psicólogos, expertos en terapia de pareja, etc; pero si se tiene la certeza, después de un tiempo de ayuda, que el matrimonio ha fracasado irreparablemente, de modo que es imposible restablecer la convivencia conyugal, se acude al Tribunal Eclesiástico competente (diocesano, regional o de la Santa Sede si es el caso).
La Iglesia no anula matrimonios, sino que declara que fue nulo e inexistente desde un principio. Las causas de nulidad matrimonial pueden darse o por la presencia de un impedimento dirimente no dispensado, vicio del consentimiento y defecto de la forma canónica.
La reforma establecida por el Papa Francisco en el proceso de nulidad del matrimonio y que empezó a regir a partir del 8 de diciembre del 2015, ha elaborado algunos cambios, entre ellos, donde pide a las diócesis crear Tribunales locales en lo posible, una sola sentencia a favor de la nulidad matrimonial, cuando antes se necesitaban dos sentencias conformes y, en algunos casos evidentes, se puede hacer un proceso breve.
En nuestra diócesis el Sr. Obispo se ha erigido un Tribunal diocesano (Juez único), mediante el decreto 032 de diciembre de 2016, para atender aquellos casos de parejas que al encontrar una imposibilidad grave para la convivencia matrimonial reciban la ayuda para una posible declaración de nulidad de su matrimonio católico. Este tribunal está conformado, en primer lugar, por el obispo moderador, monseñor Fidel León Cadavid Marín; el vicario judicial, Pbro. Carlos Mario Gómez Gómez; el defensor del vínculo, Pbro. Jaime Omar Betancur; los conjueces, Pbro. Ovier de Jesús Galvis Sánchez, Pbro. Ricardo Antonio García Arango, Pbro. Gustavo Hernández Flórez García y Pbro. Javier de Jesús Toro Osorio; la notaria judicial, Karen Julieth Piedrahita Bedoya; y los asesores, Pbro. Gildardo de Jesús Marín Acevedo, Pbro. Nelson de Jesús Patiño Villa y Pbro. Carlos Julio Giraldo García.