Las bases del matrimonio sacramental
Por: Pbro. Ricardo Aníbal García Arango | Vicario Judicial de Sonsón Rionegro
En la vida, es de suma importancia los fundamentos que se reciben para desarrollar un proyecto, y este es el caso del matrimonio sacramental. Este tema es tratado habitualmente por la pastoral familiar de la Iglesia, pero en este caso lo abordaremos desde el Tribunal Eclesiástico Diocesano, donde diario nos corresponde afrontar el tema matrimonial desde la otra orilla, es decir, cuando hay un fracaso matrimonial y las personas buscan esclarecer si su matrimonio es válido o no, donde pretenden que a través de un proceso canónico se defina, para bien de los cónyuges y de todos aquellos que están relacionados con ellos.
La preparación al matrimonio implica que en el proyecto está lo conyugal y lo familiar y, visto desde la perspectiva sacramental, está para bien de la Iglesia; el matrimonio, como sacramento, no puede ser fruto de la improvisación y de decisiones apresuradas o de un acto que puede presionar o coaccionar la decisión, más bien, es un proyecto que se va construyendo en el día a día. Es por esto que se necesita una sociedad que favorezca el matrimonio en todo su esplendor, donde se hable de la posibilidad de una vida en común de un hombre y una mujer que se aman y descubran que tienen una vocación para la vida en común y para abrirse al don de la vida y así, con la gracia de Dios, formar un consorcio para toda la vida.
La preparación al matrimonio necesita de un proceso evangelizador, que puede en primer omento estar en manos de los padres de familia que se convierten en modelo para sus hijos y que esta familia se vea iluminada y acompañada por la fe y la vida sacramental.
Recuerdo las palabras de un sacerdote, en la catequesis prebaustimal en su parroquia, donde les insistía a los padres de familia de su compromiso sacramental y les decía: “los domingos, no les puedes decir a los niños que deben ir a misa, sino decirles, vámonos para la misa”, con esto descubrimos el valor del testimonio, porque podemos decir muchas cosas, pero los hechos “arrastran”.
El código de Derecho Canónico dispone “que haya preparación personal a la celebración del matrimonio y con ella los esposos se dispongan a la santidad y deberes de su nuevo estado” (CIC can 1063). También lo decía el papa san Juan Pablo II “cuanto mayores sean las dificultades ambientales para conocer la verdad del sacramento cristiano y de la misma institución matrimonial, tanto mayores han de ser los esfuerzos para preparar debidamente a los esposos a sus responsabilidades”, lo que indica que podemos encontrar ambientes reacios al proyecto de vida matrimonial sacramental, pero por esto no podemos desistir de una preparación remota, mediata e inmediata, para llegar a dar el: “sí quiero”, delante de Dios y de la Iglesia, sabiendo todo su significado y edificando sólidamente su vida en común sobre la Roca que es Cristo.